“A los 41 años mi vida era un caos. Estaba sin trabajo. Cerca de la bancarrota. Mi matrimonio se desmoronaba. Mi autoestima por los suelos. Bebiendo a diario.

Me costaba salir de la cama. Todas las mañanas, la alarma sonaba. Sabía que tenía que levantarme y ponerme en acción pero me entraba ansiedad y retrasaba la alarma. Y quería cambiar. Simplemente, no podía. Hasta las cosas más pequeñas parecían imposibles. Leía libros y compraba diarios. Nada de lo aprendido se me pegaba. Rezaba por tener motivación. Nunca venía. Siempre había, literalmente, una excusa.”

Así presenta su historia Mel Robbins en su web.

¿Te sientes identificada/o? Quizá no hayas llegado a ese extremo, ¡espero que no! Pero,  ¿cuántas veces te ha invadido la pereza o la parálisis frente a algo que sabías que tenías que hacer? Incluso siendo plenamente consciente de su importancia, ¡te sentías totalmente incapaz de llevarlo a cabo!

Vence la procrastinación

La procrastinación es algo que a todos nos ha pasado en algún momento y, créeme, como experto en ella sé bien lo frustrante que es. No saber reconocer por qué pasan las horas y no eres capaz de hacer lo que te has propuesto da mucha rabia. Encima, cada vez que te marcas metas y objetivos y no los cumples, involuntariamente estás minando tu autoestima.

¿Cuál es la causa de la procrastinación?

Primero de todo, tienes que entender cuál es la causa y cómo funciona la procrastinación. Cuando este mal hábito se ha repetido hasta el infinito, te asaltan miles de dudas y una de ellas es pensar que no eres capaz de hacer la tarea o el proyecto que se te resiste. Nada más lejos de la realidad. Descarta eso de tu mente porque:

  1. No tiene nada que ver con el trabajo que tienes que hacer
  2. Eres totalmente capaz de conseguir cualquier cosa que te propongas

Hay dos razones principales que explican la procrastinación:

  1. La primera de ellas es que tienes un estrés muy grande. Puede estar relacionado con temas familiares, con el trabajo, con tu futuro, tus relaciones, el dinero… Hay miles de cosas que generan estrés. Tienes una montaña de tareas que hacer, tanto laborales como personales, pero en el momento que te sientas para trabajar y llevarlas a cabo, ese estrés se apodera de ti, empiezas a pensar en todo lo que tienes que hacer, en el resultado final en vez de la tarea de hoy. ¿Y cuál es la solución? Ponerte a leer periódicos, leer y responder emails, ver alguna serie. ¡Ponle nombre tú! La explicación es sencilla: cuando estás haciendo esas otras cosas, tu cerebro no está pensando en lo que debería estar haciendo o piensa muy poco en ello y así se reduce el estrés. El problema es que, una vez terminada la distracción, la realidad del trabajo no hecho se impone y solo hace las cosas peores…
  2. La segunda razón por la que procrastinas es porque te invade el miedo. Miedo al fracaso, miedo al qué dirán, miedo al rechazo. Empiezas a darle vueltas a si serás lo suficientemente bueno para ese proyecto, si lo harás como se espera de ti. Si estás emprendiendo, te asaltan dudas sobre si tu proyecto tendrá futuro. Si serás capaz de llevarlo a cabo. Todo ese pensamiento de más, te hace entrar en una espiral negativa que desemboca en una baja autoestima y parálisis.

Si esa procrastinación se convierte en crónica, si la arrastras durante años, puede minar mucho tu autoestima. Así que vigila de cerca tus comportamientos y ponlo una solución antes de que el problema se agrave.

¿Cómo salir de esa espiral de procrastinación?

Decir esto es más fácil que ponerlo en práctica. Es un método simple, pero no es fácil. Sobre todo cuando llevas mucho tiempo lidiando con este problema.

Perdónate a ti mismo

Primero de todo, cuando veas que estás procrastinando, no te fustigues. No pasa nada, a todo el mundo le pasa. Todos procrastinamos alguna vez. Yo, lo he hecho a menudo. Y mira hasta dónde he llegado. Reconoce lo que está pasando,

Ritual para empezar

En cuanto en tu mente se empiece a formar la idea del trabajo que tienes que hacer y nazcan pensamientos que quieran impedirlo, buscar una excusa, tienes que poner en práctica la regla de los cinco segundos. Es una regla muy sencilla. Cuando lleguen esos pensamientos, cuenta de 5 hacia atrás. Cinco, cuatro, tres, dos, uno. Y ponte a ello.

No voy a entrar aquí en la ciencia que respalda esto, pero créeme que la hay y es una manera de vencer la duda. Pasar del cerebro límbico a la parte del corteza prefrontal y empezar a actuar.

Mel Robbins

Plantéate trabajar sólo durante cinco minutos

Nada más. La mayoría de las ocasiones verás que lo más doloroso, lo que más costaba, era empezar. Una vez que pasan esos cinco minutos, no cuesta casi seguir cinco minutos más, y luego otros cinco. Cuando te das cuenta, ya has avanzado mucho más de lo que pensabas que serías capaz.

Haz una lista de cinco cosas

Por la mañana, decide qué cinco cosas muy sencillas vas a llevar a cabo. Una pequeña tarea del hogar. La primera página del informe que se te resiste. Dos diapositivas de la presentación que tendrás que hacer la semana que viene a tus jefes. Correr un kilómetro.

No esperes a que llegue la motivación

Si esperas tener la motivación, te voy a decir una verdad: nunca la vas a encontrar. Nadie se levanta un día y dice, hoy tengo la motivación de hacer cosas grandes. Simplemente, se ponen a actuar y la motivación se va construyendo mientras van trabajando. Así que, ¡pon en práctica estos cuatro pasos y lánzate a la acción!

Para acabar este post, si piensas que la regla de los cinco segundos es algo burdo, estúpido, mira si puede llegar a ser poderosa:

Regla de cinco segundos - suicidio

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *