No me voy a extender aquí sobre los perjuicios que el estrés y la ansiedad tienen en tu salud. Si sufres uno o los dos, lo sabes de sobra. Dolor de cervicales, irritabilidad, sueño irregular y poco reparador… ¡Qué te voy a contar!

Si estás leyendo esto es porque quieres conocer esas técnicas que puedes usar para minimizar sus efectos o, incluso, anularlos. Quieres ser el dueño de tu vida y sentir que haces las cosas que quieres y cuando quieres y no que otros tienen el timón y te dirigen. Es posible que este camino te lleve a tomar decisiones drásticas pero no temas, no voy a empezar diciendo que cambies de trabajo. Hay muchas cosas que se pueden hacer antes.

Gestionar el estrés

Gestionar el estrés

Gestionar el estrés y cambiar no es cuestión de positivismo. No va de pensar “todo va a salir bien”, cerrar los ojos y no actuar. ¡No! Va de ser creativo y oportunista y aprovechar estas crisis para nuestro beneficio. Ya lo he repetido en numerosas ocasiones en este blog, pero no me canso de decirlo: la vida nos sucede para nosotros, no a nosotros. Todo lo que te pasa tiene una razón de ser. Abraza esos obstáculos que se te presentan. ¿Suena a locura? En absoluto. Si no estás creciendo, estás muriendo. ¿Y qué mejor oportunidad para probarte a ti mismo y crecer que ésta?

Karl Pillemer es un profesor de desarrollo humano en la Universidad de Cornell. En 2004, empezó “El Proyecto Legado”, cuando comenzó a recolectar los consejos prácticos que las personas mayores de Estados Unidos podían dar sobre la vida. Uno de los temas que más se repetía entre todos los entrevistados era que, si pudieran cambiar algo de su vida, sería no preocuparse tanto. Como decía el filósofo Michel de Montaigne:

Mi vida ha estado llena de terribles desgracias la mayoría de las cuales jamás sucedieron

Si bien estos contenidos formarán parte de un curso mucho más extenso que estoy elaborando y del que te puedo informar si tienes interés, me gustaría dejarte tres técnicas probadas que te pueden ayudar:

Ejercicio de respiración

Cuando se dé una situación que te genera mucho estrés, para un segundo, busca un sitio tranquilo y realiza éste ejercicio. Durante un minuto, concéntrate en tu respiración. Inspira durante seis segundos, contándolos. Uno. Dos. Tres. Cuatro. Cinco. Seis. Y ahora expira durante otros seis segundos. Uno. Dos. Tres. Cuatro. Cinco. Seis. Repite el ciclo cinco o seis veces.

Pensamientos ancla

Un pensamiento ancla es algo por lo que te sientes realmente entusiasmado y que vas a hacer en un futuro inmediato. Puede ser ir a ver el partido de tu hijo. Salir a correr por el monte. El nuevo coche que te vas a comprar. Lo que sea que realmente te motive.

Los síntomas del estrés y la ansiedad son los mismos que los de la excitación. Estado de excitación física, el corazón empieza a latir más rápido, el cortisol se dispara y tu cuerpo se prepara para la acción.

Cuando reconozcas estos síntomas, debes hacer lo siguiente:

  1. Reconoce tu estado
  2. Respira profundo unas cuantas veces
  3. Visualiza tu pensamiento ancla en tu mente y céntrate en él
  4. Cuéntate por qué te sientes tan entusiasmado acerca de tu pensamiento ancla.

Esta técnica es realmente válida para aquellos momentos en los que los pensamientos negativos empiezan a dominar también tu cuerpo y no solo tu mente y el estrés pasa a ser ansiedad. Si no frenas ese estado de ansiedad, si dejas que los pensamientos sobre lo que está pasando se extiendan, estarás escalando la situación. Actúa antes de que vaya a más.

Pensamientos ancla

Monitorización abierta

La última de las técnicas que quiero explicarte es la de darse cuenta de las sensaciones que te están viniendo a la mente y etiquetarlas. Si notas que una acción de tu jefe o de un compañero, o de tu pareja,  te está poniendo en una situación de estrés o te está enfadando, haz lo siguiente:

  1. Reconoce el sentimiento, pensamiento. Reconoce la sensación en el cuerpo. Puede ser en el corazón, en el pecho, en el estómago.
  2. Deja que la atención de tu mente se mueva donde ella quiera. Observa pero no juzgues.
  3. Dale un nombre.

En esta técnica, es importante ceñirse a estos tres pasos. No juzgues ese sentimiento ni añadas nada a la situación. Simplemente limítate a reconocerlo, ver dónde se refleja en tu cuerpo y dale un nombre. Esta técnica es muy útil para ganar claridad cuando estés confundido, cuando te enfrentes a conflictos o a decisiones complicadas.

¡Ya verás como, si usas estas técnicas, mejorará tu control del estrés!

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