Alguna vez he hablado por encima sobre la importancia de dedicarse a lo que a uno le apasiona. Encontrar tu pasión parece que sea una quimera. Algo que solo unos pocos afortunados consiguen y casi da la impresión que sea por un golpe de suerte. Nada más lejos de la realidad.

No es suerte

Aunque a veces sea por suerte, no digo que no influya nunca, la mayoría de la gente que se dedica a lo que le gusta ha recorrido un camino hasta llegar a ese punto. No es algo que suceda de la noche a la mañana. Se ha desprendido de barreras mentales, ha aprendido a rechazar cosas que no podía soportar. Se ha visto en situaciones que le han hecho «ver la luz”.

Encontrar tu pasión lo cambia todo

Mi experiencia personal buscando mi pasión

Hoy os quiero contar mi experiencia, por si os sirve de orientación y ejemplo:

Yo empecé a trabajar en Barcelona, en una family office. Por un cúmulo de casualidades, cuando solo llevaba unos meses allí, me convertí en socio y director de la empresa. No tengo suficientes palabras de agradecimiento para mi socio Xavi. Nada de lo que soy hoy en día sería posible si no hubiese aprendido todo lo que aprendí a su lado.

El negocio era un reto, ya que, aunque nuestra visión de cómo gestionar un patrimonio era (y es) la única que se podía tener, al no venir ninguno del mundo financiero tradicional (bancos, fondos, etc.) la captación de clientes era complicada. Sin embargo, nos las apañamos para crearnos un nombre. Conseguimos crecer todos los años en número de clientes y facturación y tener una empresa rentable.

Los primeros años, la novedad de ser empresario soterraba cualquier pensamiento que pudiera tener sobre el trabajo que hacía. Ni siquiera me planteaba si me gustaba o no. Pero, conforme pasaba el tiempo, cada vez crecía más en mí una sensación interior de disgusto. No sabría explicarlo, pero era una especie de sentimiento de no estar utilizando mi tiempo a algo para lo que estaba destinado. Y eso que nuestra misión como empresa era la leche. Ayudábamos a las familias a no caer en las garras de los bancos y demás depredadores financieros, salvaguardando su dinero. Gracias a nuestro trabajo hemos evitado muchos descalabros y mucha infelicidad. Aun así, yo no me veía feliz.

Lee, investiga, curiosea

Investiga, lee, curiosea

Siempre me ha gustado investigar y, a veces, tengo una mente un poco analítica. Por ello, decidí averiguar si dedicarse a lo que uno le apasiona en la vida es alcanzable por cualquiera, siguiendo unas determinadas acciones. No perdía nada por intentarlo. Además, si lo encontraba, quizá mi vida cambiase para siempre.

[Tweet «Para encontrar tu pasión, debes comenzar por ser curioso, leer e investigar. Pon de tu parte y verás recompensado tu esfuerzo.»]

Así, me topé con un libro escrito por Sir Ken Robinson que se llama “El Elemento”. Gracias a él, descubrí qué es estar en La Zona, y cómo hay muchas personas que disfrutan haciendo lo que hacen. A veces, llegué a dudar que en la vida adulta de trabajador se pudiese disfrutar, la verdad. Sí que eché en falta, otra vez mi lado analítico, una guía con ejercicios para avanzar en busca de mi Elemento, de mi pasión. Pero el cambio de mentalidad que supuso leerlo, como veréis, me sirvió.

*Como nota adicional, Ken Robinson sacó otro libro que completaba el anterior, que se llama “Encuentra tu elemento. El camino para descubrir tu pasión tu transformar tu vida”. Aquí sí que vienen explicados los detalles paso a paso para intentar conseguirlo.

Con esa idea de poder dedicarme a lo que me gustaba, empecé a escribir por las tardes negocios que podrían ser atractivos y empecé a recordar qué cosas me gustaban de niño. Recuerdo que pasear por la fábrica de mi abuelo me encantaba. Incluso me venía a la mente lo bonito que tendría que ser fabricar cosas. No sé, siempre vi cierta magia en máquinas transformando una materia prima en algo que luego pudiera ser útil a la gente. Eso sí, fabricar piezas de metal, como hacía la empresa, no me llamaba en absoluto. Era el proceso en sí.

Amaba el proceso de fabricación

Ten paciencia

Encontrar tu pasión requerirá tiempo y una cosa que tienes que aprender es a ser paciente. Si tienes tu mente orientada a ello, si no te dejas llevar por la rutina semanal y siempre intentas guardarte algo de tiempo para curiosear, en algún momento lo verás claro y sabrás qué camino has de tomar. En ese momento, eso sí, tendrás que ser valiente. Es en esos momentos de decisión en los que tu destino se forjará.

Por la época, 2013, en la que leí sobre encontrar mi pasión, también me topé con un libro de Novak Djokovic. En él, explicaba cómo una dieta sin gluten le había cambiado la vida. Como siempre me ha gustado experimentar cosas y muchas veces me creo lo que leo, no soy muy escéptico, decidí probar. Yo nunca había dormido bien, había intentado millones de cosas y nada funcionaba. Por eso, pensé que podía darle una oportunidad a no comer gluten durante dos semanas. Podía vivir 14 días sin mis amados muffins del Starbucks de enfrente de mi despacho. ¡Más, no estaba seguro!

La realidad es que los cambios que siguieron en mi persona fueron asombrosos. Aun hoy se me pone la piel de gallina al recordar la primera noche en décadas que dormí a pierna suelta y me desperté con una energía como para parar un tren. Me sentía lleno por dentro y capaz de afrontar cualquier reto. Empezó a picarme la curiosidad sobre la alimentación. ¿Si solo eliminando el gluten había experimentado esa mejoría, qué más cosas podría cambiar que me llevasen a niveles superiores?

No creas en las casualidades

Cayó en mis manos otro libro. Visto en perspectiva, soy un convencido de que los libros vienen a nosotros en los momentos justos en los que estamos preparados para recibirlos y sacarles el máximo provecho. “The Big Book of Health and Fitness” de Phil Maffetone, un médico y entrenador de atletas olímpicos y triatletas ironman. Gracias a él, amplié bastamente mis conocimientos sobre medicina y nutrición y mejore todavía más mis hábitos. Efectivamente, con más y mejores cambios, se podía llegar a nuevos niveles.

Sin embargo, estábamos ya en 2014, bien avanzado, y todavía nada en mi vida había cambiado sustancialmente. Sí que me había empezado a interesar e involucrar más en los temas de asesoramiento a empresas familiares, que incluían una parte importante de coaching a los miembros de la familia. Era un servicio que consideraba básico ofrecer a nuestros clientes. Fruto de ese interés, me afilié al Family Firm Institute y fui a su reunión anual, que ese año tenía lugar en Washington.

Ahí fue donde, por fin, lo vi claro. Claro, no, clarísimo. De verdad que no tenía ninguna duda que esa idea que tuve era el embrión de mi nueva dedicación y que tenía que conseguir por todos los medios lograrla.

¿Quieres saber cómo sigue mi historia? Aquí tienes la segunda parte.

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